O Olhar da Terra
Suplica a criança o amor da terra mãe
Na posição fetal, aconchegado nas trincas do seio.
Dobra a coluna, sem sustentação, a vida flagrada
Exposta com a vergonha do abandono do homem
Que cego, finge ignorar o abalo do mundo.
A face bebe na terra silenciosa, o cálice da tristeza.
A inocência se entrega às feras da dor aceitando o destino.
Leva o escudo da crença da tribo na nudez do mundo vil.
Visível apenas aos olhos da ave, de instinto mais honrado
Que paciente olha estagnada, na espera da providência divina.
Quando a estrela da vida voa desta miséria absurda
Libertando o espírito, do cárcere material.
Transparece nas vértebras marcadas da pele
O suporte frágil do corpo, de alma pura.
O último sopro de dignidade rumo à luz
Surge na bagagem da estória de tantas vidas
Aprimoradas, nas contas brancas de colares e pulseiras.
A herança marcada nas algemas do corpo que massacra.
Focaliza o urubu, a imagem na vista dos homens cegos
Que finge apenas assistir a dor do flagelo, na ignorância.
Enquanto ele aguarda o desígnio do céu para voar.
Em desalinho, limpando o rastro do corpo exposto.
Dando a mãe terra, a renovação eliminando o flagelo da dor.
Do amontoado de vermes que espancam os corpos infantis.
O homem, no templo interno do seu conhecimento, nada entende...
O tempo aciona os ponteiros na foto do espectador urubu.
Como a límpida água, a imagem segue o perfeito curso da natureza.
Aproxima o momento de olhar...
Que o espírito milenar, liberta...
Na luz infinita da paz...
Marli Franco
Direitos Autorais Reservados®
Direitos Autorais Reservados®
Poema inspirado na imagem da
criança e o abutre do fotógrafo sul-africano Kevin Carter
Tradução feita pela Poeta Imortal Rosa Buk, do Fórun Poesia Pura.
Foi uma honra receber esta tradução da imortal Poeta
que uniu nossos idiomas em Poesia.
A Mirada de la Tierra
Suplica el niño el amor de la tierra madre
En la posición fetal, acongojado en los tríos del seno.
Dobla la columna, sin sustentación, la vida flagrada.
Expuesta con la vergüenza del abandono del hombre
Que invidente, finge ignorar el temblor del mundo.
La faz bebe en la tierra silenciosa, el cáliz de la tristeza.
La inocencia se entrega a las fieras del dolor, aceptando el destino.
Lleva el escudo de la creencia de la tribu, en la desnudez del mundo vil.
Visible sólo a los ojos de la ave, de instinto más honrado.
Que paciente mira estancada, en la espera de la providencia divina.
Cuando la estrella de la vida vuela de esta miseria absurda
Liberando el espíritu, de la cárcel material.
Se transparenta en las vértebras marcadas de la piel
El soporte frágil del cuerpo, de alma pura.
El último soplo de dignidad rumbo la luz
Surge en el equipaje de la historia de tantas vidas
Mejoradas, en las cuentas blancas de collares y pulseras.
La herencia marcada en las esposas del cuerpo que masacra.
Focaliza el urubu, la imagen en la vista de los hombres ciegos.
Que finge sólo asistir el dolor del flagelo, en la ignorancia.
Mientras él aguarda el designio del cielo para volar.
En desalineo, limpiando el rastro del cuerpo expuesto.
Dando la madre tierra, la renovación eliminando el flagelo del dolor.
Del amontonado de gusanos que carcomen los cuerpos infantiles.
El hombre, en el templo interno de su conocimiento, nada entiende...
El tiempo acciona los punteros en la foto del espectador urubu.
Como la límpida agua, la imagen sigue el perfecto curso de la naturaleza.
Se aproxima el momento de mirar...
Que el espíritu milenario, libere...
En la luz infinita de la paz...
